martes, 25 de mayo de 2010

SONETOS

10 comentarios:

  1. Soneto de Lope de Vega por Miriam

    Por qué la boca de Juana es rosa.

    Tiraba rosas el Amor un día

    desde una peña a un líquido arroyuelo,

    que de un espino trasladó a su velo

    en la sazón que Abril las producía.

    Las rosas mansamente conducía

    de risco en risco el agua al verde suelo

    cuando Juana llegó y al puro hielo

    puso los labios de la fuente fría.

    Las rosas, entre perlas y cristales,

    pegáronse a los labios, tan hermosas,

    que afrentaban claveles y corales.

    ¡Oh pinturas del cielo milagrosas!

    ¿Quién vio jamás transformaciones tales:

    beber cristales y volverse rosas?

    Lope de Vega.

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  2. Soneto de Pablo Neruda dedicado a Vinicius

    No dejaste deberes sin cumplir;
    tu tarea de amor fue la primera;
    jugaste con el mar como un delfín
    y perteneces a la primavera.

    ¡Cuanto pasado para no morir!
    ¡Y cada vez la vida que te espera!
    Por tí Gabriela supo sonreír
    (Me lo dijo mi muerta compañera).

    No olvidaré que en esa travesía,
    llevavas de la mano a la alegría
    como tu hermano del país lejano.

    Del pasado aprendiste a ser futuro
    y soy más joven porque, en un día puro,
    yo vi nacer a Orpheu de tu mano.

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  3. Un soneto de Lope de Vega


    ¿Qué tengo yo?


    ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
    ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío
    que a mi puerta, cubierto de rocío,
    pasas las noches del invierno escuras?

    ¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
    pues no te abrí! ¡Qué estraño desvarío
    si de mi ingratitud el yelo frío
    secó las llagas de tus plantas puras!

    ¡Cuántas veces el ángel me decía:
    Alma, asómate agora a la ventana,
    verás con cuánto amor llamar porfía!

    ¡Y cuántas, hermosura soberana:
    Mañana le abriremos --respondía--,
    para lo mismo responder mañana!

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  4. Para Jako de Joaquin Sabina.
    Darío

    El pobre niño rico, el viejo loco,
    el negro blanco, el calvo cincuentón
    con peluca de Barbie y pantalón
    de húsar nunca se limpió los mocos.

    Ni debajo ni lejos de los focos
    quiso seguir creciendo el rey del pop,
    disfrazado de Bambi o Robocop,
    chavales, a dormir, que viene el coco.

    Fugitivo de Harlem y del gueto,
    tanto talento y tan escasas luces,
    su voz le puso swing al siglo veinte.

    con su exhibicionismo glam paleto
    cubierto de medallas, deudas, cruces,
    en Thriller ya bordó el muerto viviente.

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  5. José del Río Sainz

    Era muy viejo el capitán y viudo,
    y tres hijas guapísimas tenía;
    tres silbatos, a modo de saludo,
    les mandaba el vapor, cuando salía.

    Desde el balcón, que sobre el muelle daba,
    trazaban sus pañuelos mil adioses,
    y el viejo capitán disimulaba
    su emoción, entre gritos y entre toses.

    El capitán murió… Tierra extranjera
    cayó sobre su carne aventurera
    festín de las voraces sabandijas…

    Y yo sentí un amargo desconsuelo
    al pensar que ya nunca las tres hijas
    nos dirían adiós con el pañuelo

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  6. Me han gustado mucho vuestros sonetos, ya están todos evaluados, Muy Bien. Gracias por haberlos colocado en el blog.

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  7. Cuando me paro a contemplar mi’stado
    y a ver los pasos por dó me han traído,
    hallo, según por do anduve perdido,
    que a mayor mal pudiera haber llegado;

    mas cuando del camino’stó olvidado,
    a tanto mal no sé por dó he venido;
    sé que me acabo, y más he yo sentido
    ver acabar comigo mi cuidado.

    Yo acabaré, que me entregué sin arte
    a quien sabrá perderme y acabarme
    si quisiere, y aún sabrá querello;

    que pues mi voluntad puede matarme,
    la suya, que no es tanto de mi parte,
    pudiendo, ¿qué hará sino hacello?

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  8. Muy bien Julián. Si quieres puedes poner el título del soneto y el nombre del autor.
    "Cuando me paro a contemplar mi estado"
    de Garcilaso de la Vega

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  9. D. Luis de Góngora

    Luis Gutiérrez Carrero


    Soneto.
    Mientras por competir con tu cabello
    oro bruñido el sol relumbra en vano,
    mientras con menosprecio en medio el llano
    mira tu blanca frente al lilio bello,
    Mientras a cada labio, por cogello,
    Siguen más ojos que a clavel temprano,
    Y mientras triunfa con desdén lozano
    Del luciente cristal tu blanco cuello,
    Goza cuello, cabello, labio y frente,
    Antes que lo que fue en tu edad dorada
    oro, Lilia, clavel, cristal luciente,
    no sólo en plata o vïola truncada
    se vuelva, mas tú y ello juntamente
    en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
    D. Luis de Góngora.
    A Córdoba.
    ¡Oh excelso muro, oh torres coronadas
    de honor, de majestad, de gallardía!
    ¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,
    de arenas nobles ya que no doradas!
    ¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas
    que privilegia el cielo y dora el día!
    ¡Oh siempre glorïosa patria mía,
    tanto por plumas cuanto por espadas!
    Si entre aquellas rüinas y despojos
    que enriquece Genil y Dauro baña
    tu memoria no fue alimento mío,
    nunca merezcan mis ausentes ojos
    ver tu muro, tus torres y tu río,
    tu llano y sierra, ¡oh patria!, ¡oh flor de España!
    D. Luis de Góngora.

    D. Luis de Góngora.
    Soneto.
    De pura honestidad templo sagrado,
    cuyo bello cimiento y gentil muro
    de blanco nácar y alabastro duro
    fue por divina mano fabricado;
    pequeña puerta de coral preciado,
    claras lumbreras de mirar seguro,
    que a la esmeralda fina el verde puro
    habéis para viriles usurpado;
    soberbio techo, cuyas cimbrias de oro
    al claro sol, en cuanto en torno gira,
    ornan de luz, coronan de belleza;
    ídolo bello, a quien humilde adoro,
    oye piadoso al que por tí suspira,
    tus himnos canta y tus virtudes reza.
    D. Luis de Góngora.
    Al nacimiento de Cristo Nuestro Señor.
    Pender de un leño, traspasado el pecho
    y de espinas clavadas ambas sienes,
    dar tus mortales penas en rehenes
    de nuestra gloria, bien fue heroico hecho;
    pero más fue nacer en tanto estrecho
    donde, para mostrar en nuestros bienes
    a dónde bajas y de dónde vienes,
    no quiere un portalillo tener techo.
    No fue esta más hazaña, oh gran Dios mío,
    del tiempo, por haber la helada ofensa
    vencido en flaca edad con pecho fuerte
    (que más fue sudar sangre que haber frío),
    sino porque hay distancia más inmensa
    de Dios a hombre, que de hombre a muerte.
    D. Luis de Góngora.

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  10. Muy bien Luis, quizás el más conocido es el de "A Córdoba" pero todos son interesantes. Ya me dirás cuál es el que más te gusta a ti.

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